Foto por Samantha Hurley de Burst
Sólo hace falta anunciar la adaptación de un libro a una película -o serie, que también las hay, y muchas- para que se abra el eterno debate ¿Qué es mejor, el libro o la película?
Muy pocas veces gana el formato audiovisual y la mayoría de esas veces, con justa razón; o al menos esa es mi opinión, y lo digo porque ninguna película puede repetir la experiencia única, íntima y subjetiva que un lector tiene con el libro.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando se trata de escribir? ¿Qué sale mejor, escribir un libro o un guion?
Mi respuesta sería… depende. Esta es una de las tantas cuestiones que no se pueden juzgar en términos absolutos porque, al final del día, todo depende de la vocación de cada escritor.
Habiendo dicho esto, vale la pena anotar algunas diferencias importantes:
La audiencia
En el libro, la audiencia es todo el mundo que sepa leer; en el libreto o guion de televisión, la audiencia es el equipo de producción del proyecto audiovisual, por lo que el estilo y la forma de escribir difiere completamente en ambos formatos.
La producción
Del trabajo de diseñar y describir las locaciones o el vestuario se encarga el departamento de arte, con base en los lineamientos iniciales en la biblia del proyecto y, por supuesto, en el presupuesto de producción. Si hablamos de los planos, la gestualidad de los actores y la puesta en escena, el director es quien asume el liderazgo y quien, además, marca la pauta para el resto del equipo, incluyendo la cinematografía, el sonido y la edición.
En el libro, en cambio, el escritor es el constructor de la trama y el diálogo, pero también el director, el vestuarista, el decorador del set, el musicalizador e incluso el editor; todo en un solo paquete, lo que implica un esfuerzo extra para describir todos esos detalles que permitan representar la escena lo más fielmente posible en la cabeza de los lectores.
Esto no quiere decir que el guionista no piense en esos detalles. Al contrario, tanto el guionista como el escritor de un libro tiene que ser capaz de imaginarse todo, desde el rostro de los personajes hasta el color de las locaciones, el tipo de muebles o el aroma del aire que se respira en la escena. La diferencia es que el guionista hace parte de un equipo de producción que interpreta la historia para crear una visión colectiva de la misma. El escritor de un libro, es en sí mismo, el equipo.
Control del presupuesto
Siendo entonces el escritor del libro, el amo y el señor de la narración, tiene mucho más control de lo que escribe, no sólo en el estilo narrativo si no en las situaciones que presenta ya que no hay presupuestos en riesgo, no hay inversión en efectos especiales o en la contratación de ningún actor famoso que cobre millones. En el libro, todo depende de la capacidad del escritor de pintar con palabras la película en la cabeza del lector.
En mi propia experiencia escribiendo mi primer libro, después de diez años escribiendo guiones para televisión, puedo decir que son más las similitudes que las diferencias, comenzando porque los guiones inicialmente se escriben en prosa, lo que en el medio se conoce como sinopsis y argumentos.
En ambos casos hay que pasar por un proceso de diseño inicial que implica tomar la idea inicial y definir un conflicto, una premisa, armar la estructura dramática con los correspondientes puntos de giro y construir los personajes en su respectivo universo. En mi opinión, esta es la fase más importante de cualquier proyecto narrativo, independientemente del formato final; teniendo esto, escribir un libro o un guion es una decisión que depende más de la vocación, el gusto personal del escritor o, en mi caso, las circunstancias particulares que definan la viabilidad comercial de uno u otro.
Quizá, la similitud más evidente es el trabajo inmenso, constante y meticuloso de reescritura. A uno nunca le sale la historia bien de primerazo y el que diga lo contrario, simplemente está chicaneando.